Este 2024 me permitió reordenar mi vida después de un turbulento 2023. No fue fácil, pero logré reconectar conmigo misma y con la pasión que me impulsa cada día. Este año también celebré 18 años en la industria de las bodas, una aventura que me ha dejado valiosas lecciones, más allá de la organización y la logística.
¿Qué hace que una boda sea inolvidable? ¿La decoración, el banquete, la locación? Después de casi dos décadas en este mundo, descubrí que los ingredientes clave son mucho más profundos. Aquí comparto algunas de mis reflexiones:
La energía lo es todo:
Si la pareja llega a su boda estresada o con "mala vibra", es casi inevitable que algo salga mal. Ningún proveedor puede contrarrestar la energía negativa. He aprendido a leer las señales, a percibir la atmósfera que rodea a los novios. A veces, una mirada tensa o un silencio cargado me dicen más que mil palabras. Por eso, es fundamental crear un ambiente de confianza y tranquilidad desde el primer encuentro.
La felicidad viene de adentro:
Muchos creen que una boda perfecta les traerá la felicidad, pero se equivocan. La felicidad no depende de factores externos, ni siquiera del trabajo impecable de un wedding planner. Se trata de una decisión consciente, de una actitud frente a la vida. Mi trabajo es ayudar a los novios a conectar con esa felicidad interior, a disfrutar de cada momento del proceso, a pesar de los pequeños inconvenientes que puedan surgir.
El dinero no compra la felicidad:
No se necesitan millones para ser feliz el día de la boda. Lo que realmente importa es la disposición a celebrar el amor y la confianza en el futuro. He organizado bodas espectaculares en locaciones de ensueño y bodas sencillas en jardines, y en ambas he visto parejas radiantes de felicidad. El presupuesto no define la magia del momento.
Un buen cliente no se mide por su presupuesto:
Un buen cliente respeta y valora tu trabajo, confía en tu experiencia y se deja guiar. Es aquel que entiende que la organización de una boda es un trabajo en equipo, donde la comunicación y la confianza son fundamentales. Un buen cliente te inspira a dar lo mejor de ti.
La inteligencia emocional es esencial:
Ser wedding planner implica lidiar con un sin fin de emociones. Aprender a gestionarlas, tanto las propias como las de los clientes, es fundamental para manejar situaciones difíciles y mantener la calma bajo presión. He aprendido a ser paciente, a escuchar con atención, a ponerme en el lugar del otro. Y sobre todo, a mantener la calma en medio de la tormenta.
La búsqueda de la felicidad:
Hoy en día, muchos buscan la felicidad en lo externo, sin darse cuenta de que siempre ha estado dentro de ellos mismos. Las bodas son un recordatorio de esa verdad. En medio de la celebración, en la mirada cómplice de los novios, en la emoción de los seres queridos, se revela la esencia de la felicidad.
El respeto se gana con hechos:
No basta con decir "soy wedding planner". El respeto se gana demostrando tu conocimiento, tu profesionalismo y tu capacidad para trabajar en equipo. Se gana con cada detalle bien cuidado, con cada problema resuelto con discreción, con cada sonrisa que inspiras.
Más allá de las flores:
La comida y el servicio son cruciales para crear una experiencia memorable, aunque muchos sigan pensando que lo más importante son las flores y la decoración. Un buen menú, un servicio atento y amable, pueden marcar la diferencia entre una boda correcta y una boda inolvidable.
El amor verdadero:
Durante el proceso de planeación, se puede reconocer el amor verdadero y las relaciones sanas en la dinámica de la pareja. En la forma en que se miran, en cómo se apoyan, en cómo toman decisiones juntos. Es un privilegio ser testigo de esas historias de amor.
Somos más que nuestro trabajo:
Ser wedding planner implica mucho más que organizar eventos. Somos la suma de nuestras experiencias, nuestros aprendizajes y nuestra capacidad de crecer como personas y profesionales. Cada boda nos transforma, nos enseña algo nuevo, nos recuerda la importancia de las conexiones humanas.
Agradezco a este 2024 por todo lo vivido. Cierro un año rodeada de gente querida, con un equipo increíble y con el corazón lleno de gratitud.
¡Bienvenido 2025!
¡Vamos por más aprendizajes!
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